Bienvenidos a “Diario de mamá”, una sección donde comparto mi experiencia como mamá de dos hijas: una adolescente y una bebé. Aunque puede parecer una combinación extraña, para mí es la mejor combinación del mundo. Criar a dos hijas en diferentes etapas de la vida puede ser un desafío, pero también una bendición. En este diario, les contaré cómo manejo las diferencias entre estas dos etapas y cómo trato de mantener el equilibrio en mi vida como madre.
Ser madre de una adolescente significa estar constantemente al tanto de lo que está pasando en su vida. Mi hija está en una etapa de cambios físicos y emocionales, y siempre hay algo nuevo que aprender y explorar. A veces puede ser agotador estar al tanto de todo lo que sucede, pero es importante para mí ser una presencia constante en su vida y apoyarla en sus decisiones. Por otro lado, mi bebé está en una etapa de descubrimientos y desarrollo. Aunque también requiere mucha atención, su energía y entusiasmo por la vida me recuerdan la belleza de las cosas simples y me hacen disfrutar de los momentos cotidianos.
Cada una de mis hijas ha traído una luz diferente a mi vida, una luz que me llena de amor y felicidad. Sara, mi hija mayor, es mi sol, con su energía brillante y cálida que ilumina mi día a día. Ella es una adolescente enérgicamente apasionada, con una personalidad fuerte y una visión clara de quién es y quién quiere ser. Verla crecer y madurar en frente de mis ojos es un verdadero privilegio, siento que cada día aprendo algo nuevo de ella.
Por otro lado, Luciana, mi bebé, es mi arcoíris. Ella ha traído una paleta de colores a mi vida, cada día me sorprende con su curiosidad, su risa contagiosa y su asombroso sentido de descubrimiento. Ser madre de una bebé ha sido una experiencia única y maravillosa, cada vez que la veo sonreír, siento que todo el cansancio y el estrés desaparecen.
Cuando mi hija mayor, Sara, entró en la adolescencia, me di cuenta de que mis habilidades como madre tendrían que evolucionar para adaptarse a su creciente independencia y autonomía. Al mismo tiempo, el nacimiento de mi hija menor, Luciana, significó que tendría que volver a la etapa de cambiar pañales, dar de comer y estar siempre alerta a sus necesidades.
Una de las cosas más importantes para mí es tratar de encontrar un equilibrio entre las necesidades y deseos de mis dos hijas. A veces puede ser difícil, especialmente cuando tengo que atender a ambas al mismo tiempo, pero siempre trato de encontrar una manera de hacerlo funcionar. Por ejemplo, cuando Sara quiere hablar conmigo sobre algo importante, trato de hacer un espacio para ella y escucharla con atención. De igual manera, cuando Luciana me sonríe o me agarra la mano, trato de disfrutar de ese momento especial y conectar con ella a su nivel. De esta forma, ellas se sienten atendidas y escuchadas.
Otra cosa que me ha ayudado mucho es involucrar a mi hija adolescente en la vida de mi bebé. Le gusta mucho jugar con su hermanita y siempre está dispuesta a involucrarse con ella. Esto no solo me ayuda a mí, sino que también fortalece el vínculo entre mis dos hijas y las hace sentir más unidas como familia.
Aunque Sara y Luciana son muy diferentes, también tienen muchas cosas en común. Las dos tienen una personalidad fuerte y un gran corazón, las dos me llenan de amor y alegría. Como madre, mi trabajo es apoyarlas, guiarlas y darles todo mi amor, para que puedan crecer y desarrollarse en las personas increíbles que sé que serán.
Ser mamá influye mucho sobre el equilibrio en mi vida como madre, esposa, hija y amiga. A veces, es fácil enfocarse demasiado en las necesidades de los demás y olvidar las propias. Pero he aprendido que es importante encontrar tiempo para mí, para hacer cosas que me gustan y para recargar energías. Ya sea leyendo un libro, haciendo ejercicio o tomando un baño relajante, trato de encontrar tiempo para cuidarme y estar al 100% para mis hijas.
Ser madre ha sido una experiencia única y maravillosa. Me ha enseñado a ser más flexible, a adaptarme a las necesidades de mis hijas y a disfrutar de cada etapa de la vida de ellas. Aunque a veces puede ser agotador, no cambiaría esta experiencia por nada en el mundo. Estoy agradecida por tener dos hijas hermosas y por la oportunidad de ser su mamá.